La noche nuevamente me hacia compañía y el único síntoma de amor que me acompañaba era un abano romeo y Julieta, la soledad se acerco luego de que el descorche de un vino tinto sonó. De pronto, una sombra se acerco y me observo a los ojos. Yo sentí que era solo un síntoma del desamor. Una melodía de Bach sonó en mi oído, y los pelos se me pusieron de punta. Nuevamente la sombra salió, pero esta vez choco conmigo y se hizo parte de mí; el sudor como el caudal del magdalena salía de todo mi cuerpo, y sentí como el frío se robo mi alma, entonces la sombra corrió por todo el cuarto, la sombra me golpeo con un bate en la cabeza sin causarme daño, solo dolor, el abano cayó al piso el desespero me abrazo y me llevo a la locura, lo único que observaba era una maldita sombra que hizo rodar mi cabeza por el piso, Decidí coger un puñal y gritar ¡ven¡ ¡ven¡ muéstrate figura escuálida. La sombra que era de mi estatura me susurro al oído, es tu hora. Mi orgullo no dejo que una maldita sombra me matara sin ver sus ojos y grite -¡esto es lo que quieres! Pues lo haré. Entonces el puñal lo atravesé en mi corazón. La sangre no salía pero yo sabía que estaba muriendo y caí en el sueño eterno. Cuando desperté vi a un hombre desafortunado con un habano en la mano y una botella de vino en su mano, su aspecto era detestable así que decidí asesinarlo, lo observe a los ojos y me vi a mi, que detestable soy, sería mejor suicidarme entonces deje un puñal cerca a mi cuerpo vivo.
Michael David Uribe Espinosa